e premte, 29 qershor 2007

Un poco de piedad por ellas

LA ley hebraica requería dos testigos oculares para identificar a un criminal. Las impresiones digitales y, más recientemente, la tecnología del ADN cambiaron radicalmente las herramientas científicas utilizadas para ayudar a la Justicia. Cuando los testigos no existen, las pruebas físicas son las únicas formas de resolver un crimen. Los materiales hallados en la escena del crimen pueden ser usados para relacionar al sospechoso con el hecho y la información derivada del análisis de estas evidencias podrán ser usadas para exonerarlo o condenarlo.

Es importante tener presente el principio de Locard, que se utiliza en casos criminales. Se trata de la transferencia de elementos entre persona y persona debido al contacto físico. O sea que, cuando dos cuerpos están en contacto, existe siempre un intercambio de material entre ellos.

A diferencia de las impresiones digitales, es posible obtener ADN en un determinado lugar sin haber tocado nada, aun habiendo usado guantes. Un pelo puede haberse desprendido de la cabeza. Se puede haber tirado la colilla de un cigarrillo con saliva en el lugar del crimen. Cuando la prueba de ADN se realiza correctamente para colaborar con el esclarecimiento de asesinatos, violaciones u otros delitos, es una prueba irrefutable y mundialmente aceptada. Pero cuidado. Las evidencias que llegan al laboratorio deben cumplir una serie de requisitos y normas. De no haber sido así, un perito serio e informado invalidará la prueba. ¿Cuáles podrían ser las causas del fracaso? No respetar la escena del crimen, levantar pruebas incorrectamente, reunir material insuficiente, muestras degradadas, contaminadas, cambiadas; confundir las muestras por error o con intención y no respetar la cadena de custodia, entre otras.

Aun resuenan los gritos pasado de multitudes enfurecidas contra víctimas que habían sido señaladas a dedo, simplemente por haber robado un pan o por sospecha de herejías. La Inquisición ordenaba: "¡Muerte en la hoguera!". Una secreta denuncia, a veces por venganza, era suficiente para ajusticiar personas. ¡Que sea enterrada viva! ¡La guillotina!

María Martha y "Norita" también fueron sentenciadas por verdugos que decidieron imponerles la pena capital: balas y lazos estranguladores. ¿Quiénes son esos seres que decidieron matarlas? Hace meses que la Justicia trata afanosamente de encontrarlos. Los criminales, ellos o ellas, permanecen en silencio. No se rompen. Deben de pensar que obraron correctamente y que a pesar de todos los progresos en el campo de las investigaciones criminales y de las sofisticadas tecnologías no serán descubiertos. Ojalá no sea así.

La idea de triunfo seguramente les ronda la cabeza. Tal vez tengan alguna pesadilla por la posibilidad de ser descubiertos, de haber obrado erróneamente y de sentir el duro latigazo del arrepentimiento. Pero hasta es posible que lean esta nota esbozando una sonrisa.

En la morgue judicial entran a diario numerosos casos de muertes dudosas. Los informes permanecen en los archivos de la justicia penal y lentamente se les da curso. Se dictarán sentencias condenatorias o se liberará a los inocentes. Gente dolida, a veces avergonzada por la magnitud del hecho, madres, padres, esposos, abuelas, llorarán las pérdidas derivadas del crimen.

Pero ¿por qué no existió este respetuoso silencio para María Martha y para Nora? ¿Cuál fue la alquimia que las hizo a ellas tan famosas? ¿Por qué María Martha y Nora se transformaron en figuras tan populares? No hay rating alto ni buenas ventas de diarios y revistas si no aparecen nuevas pruebas, nuevos testigos. ¿Eran ricas? ¿Eran famosas? ¿Qué vinculaciones tenían? ¿Las mataron porque eran mujeres?

Los dos casos tienen cosas en común. Eran mujeres jóvenes, lindas, ricas, exitosas, con familia, esposo, hijos y una ocupación importante. Con una vida íntima personal posiblemente igual a las de miles de mujeres. Tal vez lo que seduce es el misterio, las fantasías de sexo, la lujuria, el delito pasional de un amante rechazado... A partir de estos ingredientes, la causa se enciende; la llama se agranda; cada nuevo hecho la oxigena; no importa a quién pueda destruir emocionalmente. Con pruebas de ADN incompletas y dadas a publicidad anticipadamente, como haber hallado un cromosoma masculino en el cuerpo de la víctima con un perfil igual al del hijo de Nora, su esposo y su suegro, se creó aún más confusión. A partir de aquí también entró en la pantalla televisiva Freud, con psiquiatras que explicaron detalladamente el sentimiento de culpa por el complejo edipídico. ¡El hijo puede violar y matar a su madre!

Nada importa. Nadie llora. Las madres no aparecen; los familiares se defienden; los abogados cambian; los fiscales renuncian; las pruebas de ADN están todas mal hechas, los laboratorios argentinos que las realizan son ineptos; es mejor mandarlas al FBI; ellos nos dirán la verdad. No interesa cómo y cuándo se levantaron las pruebas en la casa de María Martha. Tampoco en el cuarto de Nora Dalmasso. Nadie tuvo en cuenta que la acción policial era clave para aportar los datos que tanto espera la Justicia para bajar el martillo y terminar con casos tan complejos, casos que dejan al descubierto tantas fallas, en que abundan las versiones diferentes, las contradicciones, las negligencias etcétera.

Pero nada de esto es tan grave como el hecho de que estas dos jóvenes mujeres fueron asesinadas brutalmente, desprevenidas, con imposibilidad de defenderse, pues así lo dictaminaron las autopsias. La pregunta es si nadie siente lástima por ellas. ¿Nadie tiene un poco de piedad? Ellas fueron las víctimas. Les quitaron lo más valioso: la vida. La posibilidad que tenemos usted y yo de respirar oxígeno, de ver la cara de nuestros hijos o de disfrutar de un simple partido de tenis.

Tener piedad también sería silenciar la chismería acerca de sus conductas o de su manera de vivir, con el mismo respeto que se tiene por cualquier ser al que se le ha quitado la vida.

Sus muertes también nos han debilitado, tal como lo expresó el notable poeta inglés John Donne:"La muerte de cualquier hombre me disminuye a mí, porque yo formo parte de la humanidad. Y, por consiguiente, no envíes a preguntar por quién doblan las campanas. Doblan por ti..."

La doctora Primarosa Chieri es médica genetista

De La Nacion.com

2 komente:

Unknown tha...

Facundo Macarrón es INOCENTE.El solo ver el título, me congeló.
Alguien se atrevía a escribir sobre lo que todas las madres estamos sintiendo, SENTIR es algo muy importante que no siempre estamos dispuestos a poner en práctica sobre todo si ese algo nos hace sentir chiquitito, como emposibilitados de reaccionar o SENTIR. Solo soy una mamá de cuatro hijos, y si todos los días los largamos a este mundo loco, para que vivan su vida, y ni siquiera somos capaces de pensar que exista la mas remota idea de que algo así pase en algún momento.
Yo apoyo esa afirmación con todo mi corazón y ojalá muchas madres nos sumemos, en ningún momento se me pasó por la cabeza, menos aún por el corazón que este niño haya hecho esto.
Su pobre madre no debe saber como hacer para ayudarlo, en una de esas si, no lo sabemos.
Fuerza Facundo, y disculpá que los adultos te hayamos metido en esto, que seguramente todos somos padres y madres y no sabemos aún cuidar a los niños, que todos deberían ser como nuestros hijos, y todos los días prepararles un mundo mejor y digno de permanecer en él.
Pareces estar contenido aún tambien por tu abogado, besos, cariño, apoyo, de una mamá que cree en vos. chau Pelusa.

Anonim tha...

Es obvio que Facundo es inocente y que somos muchos los que lo apoyamos. Igual de obvio es que parece que a nadie le importa un pepino la vida truncada de esta pobre mujer. Fuerza Facu!! ya se va a saber quien mato a tu mama y vos vas a reahacer tu vida